Setenil de las Bodegas, el pueblo bajo un cielo de roca

Las laderas del tajo del río Guadalporcún han posibilitado la creación de uno de los pueblos más genuinos de la Sierra de Cádiz. En el interior de la provincia gaditana, se encuentra Setenil de las Bodegas, un enclave prehistórico sorprendente que esconde más de una maravilla.

La peculiaridad que entraña este pueblo blanco es su configuración paisajística. Las casas se hacen hueco entre las cornisas rocosas y el municipio se dispone en mitad de un laberinto de piedra y cal, un reducto urbano fruto de la geología y de una arquitectura imponente.

Situado a lo largo de un cañón, las aguas del Guadalporcún han excavado secularmente, dividido, dado forma y erosionado el pueblo. En contraste con otras zonas de Andalucía donde también podemos encontrar casas-cueva maravillosas, estas no se encuentran excavadas en las laderas, cerros o taludes. Por su parte, las de Setenil de las Bodegas aprovechan la orografía del lugar y el refugio que les brinda los abrigos de roca y cierran las paredes pedregosas para instalar allí sus hogares.

Una joya de interior

Setenil forja sus orígenes hace, como mínimo, 5.000 y así lo atestigua la Damita de Setenil. Esta pequeña venus fue hallada en las cuevas del pueblo en los años 90. Además, cuenta con una rica herencia musulmana de la que todavía se conservan 500 metros de la fortaleza nazarí del siglo XIV, un aljibe y la Torre del Homenaje.

No resulta sorprendente que el fantástico entramado urbano de Setenil de las Bodegas se haya declarado Conjunto Histórico y que su cielo de rocas sea cada vez menos desconocido. Los miradores, que prácticamente surgen de forma natural, ofrecen unas vistas increíbles. Son imprescindibles el mirador de La Villa, el del Lizón o el del Carmen y, por supuesto, las Cuevas de la Sombra.

Otra singularidad que entraña este pueblo gaditano es su gastronomía. Cabe pensar que muchas de las casas se han convertido, con el paso del tiempo, en tiendas de souvenirs y productos locales; en bares y mesones. Así, degustar las promesas gastronómicas de Setenil bajo un manto de roca es posible y además, espectacular.

La gastronomía de Setenil de las Bodegas

Entrado el otoño, las las migas o las sopas cortijeras son una elección oportuna. La masita es un reclamo en sí mismo, consiste en una masa de chorizo y de salchichón fresco cocinada a la plancha y que acostumbra a servirse con bollitos de pan. No obstante, las chacinas artesanales, los revueltos de espárragos, el conejo a la serrana, los gazpachuelos o las batatas con miel son opciones muy típicas de este municipio y de la Sierra de Cádiz.

Junto al paseo por la localidad y el deleite gastronómico, las rutas de senderismo son otra buena opción para los amantes de la naturaleza. Existen varios itinerarios para disfrutar con la riqueza natural de Setenil. Las más populares son la Ruta de los Bandoleros, que conecta el pueblo con las ruinas romanas de Acinipo; la Ruta de los Molinos, que pasa por antiguos molinos de harina y la Ruta del camino de la Escalanta.

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