Gabriele Leite – Gunûncho

Los logros de la guitarrista paulista Gabriele Leite pueden ser sorprendentes si tenemos en cuenta que solo tiene 28 años: victorias en concursos, premios, una lista de Forbes y logros académicos. Sin embargo, su virtuosismo nunca abruma la música, la sirve. Como le dijo a la Revista Piauí en 2024, «No se trata de mí, sino del resultado de mi dedicación al instrumento». Con el lanzamiento de su segundo álbum, Gunûncho , y un breve documental que lo acompaña, Rocinante destaca la cohesión de una visión artística expresada a través de un dominio sereno y un repertorio original. Su debut, Territórios , la puso en diálogo con paisajes musicales establecidos y, como señaló el crítico Sidney Molina, eligió «la ruta directa, sin desvíos», enfrentándose con valentía a los grandes estándares del repertorio de la guitarra.

Gunûncho , en cambio, es pura singularidad, empezando por su nombre, tomado de la manta de su infancia. En las notas del álbum, Gabriele describe la música que emerge de las “texturas de esa pequeña tela tejida a crochet”, buscando “nuevos tejidos de afecto” y liberándose de narrativas fijas y formas cristalizadas. Esta libertad se basa en el rigor: el álbum registra obras para guitarra escritas por compositoras —ninguna de las cuales era guitarrista— como Lina Pires de Campos, Chiquinha Gonzaga, Tania León y Thea Musgrave, junto con una pieza de la propia Gabriele. “Celebrar a las compositoras amplía la escucha del repertorio”, escribe, y bajo la producción de la pianista Erika Ribeiro, el proyecto gana coherencia y propósito.

Este propósito es inseparable de un desequilibrio más amplio. Mientras que durante mucho tiempo se ha asumido que los hombres son los portadores de la universalidad en las artes, las creadoras a menudo son relegadas a categorías de género: «música de mujeres», «literatura de mujeres», etc. Gabriele no argumenta que el arte tenga género, pero insiste en reconocer la eliminación histórica de la autoría femenina: «un reflejo de los muchos años en que ser mujer se limitó al cuidado y el afecto». Como Thea Musgrave declaró una vez a la BBC: «Sí, soy mujer y compositora. Pero rara vez al mismo tiempo». Es precisamente en esta tensión que Gunûncho —delicado, sutil y tejido a partir de la memoria y el afecto— reivindica su relevancia política.

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